sábado, 21 de septiembre de 2013

La fuerza de la Sociedad Civil

  La Sociedad Civil, tarde o temprano, consigue lo que se propone. Numerosos instrumentos internacionales ratificados por la mayoría de nuestros países, contemplan un abanico de derechos fundamentales que tienen la obligación de garantizar y proteger. La Sociedad Civil tiene la enorme responsabilidad de mantener con vigencia real y social aquellos derechos de los que tiene amparo. Más responsables aún lo son las personas que han tenido y aprovechado la oportunidad de estudiar. No es de extrañar, en consecuencia, que muchos movimientos sociales comiencen desde el seno de las universidades. 

  No hay nada más útil para los gobiernos autoritarios y castradores que un pueblo con indefensión aprendida, esto es: que haya aprendido a no hacer nada ante conductas aversivas, a pesar de tener oportunidades para cambiarlo, teniendo la sensación de que su conducta no puede mejorar en nada la realidad. Así mismo, no hay nada más temeroso para cualquier sistema de gobierno que una sociedad civil documentada y organizada exigiendo el cumplimiento y la protección de sus derechos. Es entonces cuando el colectivo se vuelve consciente de la fuerza de sus acciones y toma el control de su voluntad, logrando que cualquier poder, por absoluto que parezca, ceda al cumplimiento de su mandato o cese en sus funciones. 

   La mejor manera de luchar contra un sistema es utilizar sus propias herramientas e instituciones  y así, demostrar que no funcionan para cumplir el objeto para lo cual fueron implementados. Sólo se consigue demostrar que la Defensoría del Pueblo no cumple su trabajo cuando la Sociedad Civil denuncia ante ella la violación de derechos humanos y ésta se dedica a defender el puesto, que no al pueblo. Una manera de deslegitimar a un Parlamento, es apabullarlo con proyectos de iniciativa legislativa popular y que éstos sean ignorados por la cámara. Sin embargo, para lograr organizarse e implementar una agenda de acciones de este tipo deviene indispensable lograr acuerdos y marcar objetivos a corto, mediano y largo plazo, para sí evitar que la sociedad sucumba a la frustración y acaben, sin darse cuenta, habituándose a su agonía... como lo hacen los sapos en el agua caliente.